P. TEOFILO ARANA ELORRIETA O.P. FUNDADOR DE LA CONGREGACION MISIONERAS DE JESÚS SACRAMENTADO Y DE MARÍA SANTÍSIMA |
El Rev. Padre Teófilo Arana O.P. nació en Luyando, Álava, España, el 03 de Noviembre de 1899 en un hogar muy cristiano, formado por don José María Arana Urquijo y Doña Adelaida Elorrieta Musitu.
Su padre, hombre sencillo de mucha fe y piedad, cultivaba la tierra para sostener a su familia.
Su madre ejercía la profesión de maestra, muy fervorosa y gran propagadora de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús, al Santísimo Sacramento de la Eucaristía y a la Virgen María.
Su madre quedó viuda a la edad de 30 años, con siete hijos, dos de ellos los cuales, los menores de dos años y la mayor de 21 años fallecieron después de su padre. De los restantes – el mayor de los varones- José maría, desde muy jovencito tomó gran responsabilidad en el trabajo al colaborar con su madre en el sostenimiento de su familia, él fue el único hijo que se casó y tuvo tres hijas. Las hermanas María Mercedes y Teresa ingresaron, más tarde al convento de las Misioneras Dominicas del Santo Rosario.
Teófilo era el cuarto de los hijos, quien desde pequeño sintió el llamado de Dios para ser sacerdote. La última, María Digna, cuidar a su madre y luego siguió a Cristo como Misionera de Jesús Sacramentado y de maría Santísima en el Perú.
Nos cuenta él mismo: “Cuando yo tenía diez años, un domingo por la tarde, mientras regresaba de Llodio, conduciendo un cochecito por la carretera de mi pueblo, yo venia como abstraído. Pensando que Dios me llamaba a ser sacerdote para que le ayudara a salvar almas y yo le respondí con toda claridad y decisión que “SI” que yo quería ayudarle, aquello se me gravó profundamente en mi corazón y nunca lo olvidé, y, a medida que pasaron los años, más claro lo recuerdo y más vivo lo siento en mi alma ¡AYUDAR A DIOS A SALVAR ALMAS! así lo comprendía la idea de mi vocación al sacerdocio a los diez años”.
Cuando tuvo once años, comenzó a estudiar latín con su párroco preparándose luego para ingresar al convento de los Dominicos de Vergara, en donde inició su carrera sacerdotal.
Sus estudios lo realizó en varios lugares: Corias, Comillas y Salamanca.
Toda su juventud lo dedicó a forjar bien su vocación de misionero dominicano y a prepararse con gran ilusión para ir a trabajar al continente americano. Por fin llegó el día tan soñado de ser ordenado sacerdote, fue el día 04 de NOVIEMBRE DE 1923, celebró su primara Misa cantada el 18 de noviembre del mismo año.
Es así que primero fue enviado a México en 1928, pero, por esos tiempos existían dificultades entre la Iglesia y el gobierno; por consiguiente, sus superiores le destinaron al Perú.
A partir del 1928, fecha en llegó al Perú, comenzó a desplegar sus ardores misioneros en las misiones dominicanas, entregándose con todo empeño y fervor a buscar las almas en los más difíciles lugares como por ejemplo en la selva peruana.
Al llegar al Perú estuvo trabajando en el Santuario de Santa Rosa de Lima, lugar de donde salía para las misiones dominicanas de Tambopata, en el Urubamba, Puerto Maldonado, San Lorenzo de Tahuuamanu, Iberia, Iñapari, Madre de Dios, etc.
También vivió en el convento de Santo Domingo. Ocupó, por un tiempo, el cargo de Procurador General de las Misiones en el Perú, con gran espíritu misionero. Tenía a cargo el programa radial semanal titulado: “La Obra Misionera en el Perú”. Trabajó en muchos departamentos entre ellos: Lima, Cuzco, Cajamarca, Junín y Madre de Dios.
Su amor a Dios y su celo lo llevaba a hacer misiones, teniendo siempre preferencia por los lugares más apartados, a donde nadie quería ir por lo difícil de los caminos y las incomodidades y pobreza de las gentes.
Supo tener mucha comprensión con la gente sencilla e ignorante enseñándoles con gran paciencia y humildad ganándolos así para Dios.
El Padre Arana irradiaba su fe en sus palabras, predicaciones, en sus consejos y se transparentaba en su modo de rezar y de comportarse.
Por su gran fe, su vida cambió totalmente a partir del año 1941, en que el Señor lo llamó para pedirle que fundara la Congregación de las “Misioneras de Jesús Sacramentado y de María Santísima”. El, convencido de que era Dios quien le hablaba, se entregó manos a la Obra, aceptando servir a Dios con toda fidelidad aunque le costara muchos sufrimientos.
El aseguraba que cuando Dios hablaba a un alma, le infundía esa seguridad, esa fe. Debía perder su reputación, por ser fiel, creyendo a Dios todo lo que le pedía. Su fe era plena, su vida estuvo llena de una confianza total en la voz de Dios.
EL Padre Arana comenzó a ser purificado por Dios y la Santísima Virgen que le ordenaron espiritual por que le hicieron revisar su vida sacerdotal y espiritual
Le comenzaron a quitar el orgullo, el amor propio y la soberbia. El Padre Arana gozaba de mucha honra ante sus superiores y ante las autoridades eclesiásticas. Cuando el Padre Arana sufre o pasa esas humillaciones se alegra mucho por que confirma la palabra que se le ha dicho y veía que Dios y la Santísima Virgen lo querían Santo como obra principal de esta Obra.
Al regresar de la misión se le dijo que debía ir a Costa Rica a suplir a una superior y el día 17 de marzo de 1945 llegó a Costa Rica. Al legar a Costa Rica le hicieron superior interino de la Dolorosa y al poco tiempo le llegó el nombramiento de superior y así con esa libertad pudo realizar mucho apostolado. Esa manera de hablar de Jesús Sacramentado, no los conocía la gente y estaban encantados y fue ganando una forma extraordinaria y todos le solicitaban que vaya a predicar a su Parroquia de manera que el tiempo le faltaba para tanto pedido; así comenzó este misionero a dar a conocer a Jesús Sacramentado con gran fervor y llenó de esa predicación a todo Costa Rica.
HIJO DE ESPAÑOLES DE LA REGION NORTE DE ESPAÑA, llevaba en su sangre el carácter fuerte- y a la vez- era una persona muy simpática, alegre y dinámica. Supo, por virtud, ser firme ante las circunstancias que lo demandaban y a la vez ser una persona cariñosa y sensible ante el dolor ajeno, amando con el amor de Cristo. Sabía compadecerse de los pobres y olvidados, para quienes fundó en Costa Rica la OBRA DE SAN MARTÍN DE PORRES PARA LOS POBRES. También supo llegar a caridad heroica de perdonar a los que le ofendía.
A todos alentaba y felicitaba, dejando en los pueblos su grato recuerdo y la añoranza de su regreso, pues se ganaba a todos con sus virtudes.
Cuando emprendía era llevado a cabo con denodado empeño, sobre todo si era para la mayor gloria de Dios. No era tímido, sino intrépido y valiente, tal como su vocación de misionero le exigía. Tenía criterios bien definidos y centrados, era decidido y muy respetuoso, de excelente memoria e inteligente, detallista y prudente, caballeroso y pacífico, ganándose así el respeto y estima de todos.
Admiraba la naturaleza y por ello disfrutaba mucho del campo. Aunque no contara con comodidades que encontraba en la ciudad, prefería el silencio y la lejanía del mundo que lo elevaba al creador.
Amaba su vocación de misionero dominico y la defendió prefiriendo perderlo todo, antes que ser infiel a Dios. En medio de las más terribles pruebas mantenía la serenidad y la alegría porque estaba convencido de que Dios las permitía, no lo abandonaría en medio de ellas, más bien le proporcionaría la ocasión de imitar a Jesucristo y de ganar méritos demostrando gran fortaleza de ánimo y aceptación de la voluntad de Dios.
Desprendido por completo de su familia, por amor a Dios y para seguir a Cristo, entregó a su madre a los cuidados de la Divina Providencia y, después de radicar 30 años en tierras americanas, cuando volvía a España confiaba que Dios premiaría a su madre por su generosidad. Y así fue. Cuando ella estaba muy anciana y enferma tuvo el gozo de visitarla muchas veces y celebrar, en su dormitorio, la Santa Misa, ya que ella gozaba entonces, como María de los Sagrarios Calvarios de ese privilegio y para el momento de su muerte nadie lo llamó, sino que – movido por un impulso interior- llegó a ella lleno de ternura filial para recibir su último suspiro, y darle los auxilios que la Madre Iglesia proporciona a sus hijos en paso de muerte y lleno de gratitud, vio cómo Dios no se deja vencer en generosidad.
Con las misioneras se mostraba como un verdadero Padre, lleno de compasión y ternura y a la vez que les exigía con firmeza. Como el apóstol Pablo que dijo: “Quien sufre que yo no sufra.
El Padre Arana hacia suyos los sufrimientos de sus hijas, se adelantaba a brindarles orientación y consuelo en las adversidades, dirigiéndolas con ternura y dulzura aunque siempre aconsejaba el abrasarse con la cruz del dolor, la incomprensión, el sacrificio a seguir con fidelidad a Cristo, a identificarse con él como hostias pequeñitas de inmolación.
Supo tener mucha comprensión con la gente sencilla e ignorante enseñándoles con gran paciencia y humildad ganándolos así para Dios
EL PADRE TEÓFILO ARANA UN HOMBRE DE FE
El padre Arana irradiaba su fe en sus palabras, en sus predicaciones, en sus consejos, y se transparentaba en su modo de rezar y de comportarse.
Por su gran fe, su vida cambió totalmente a partir del año 1941, en que el Señor lo llamó para pedirle que fundara la congregación de las Misioneras de Jesús Sacramentado y de maría Santísima. El, convencido de que era Dios que le hablaba se entregó monos a la obra aceptando servir a Dios con toda fidelidad aunque le costara muchos sufrimientos.
El aseguraba que cunado Dios hablaba a un alma le infundía esa seguridad, esa fe. Debía perder su reputación por ser fiel, creyendo a Dios todo lo que le pedía y estuvo creyendo contra todos los criterios de quienes podían adelantarlo, que por el contrario le llamaban loco, iluso, equivocado, etc. Su fe era plena, su vida estuvo llena de una confianza total en la voz de Dios. Su fe incondicional lo llevó a permitir de que Dios obrara en el, que viera todas las cosas y acontecimientos a la luz de la fe, y le hacia aceptar siempre la voluntad de Dios a un en los asuntos más difíciles. Dios era su señor, su Amo y el se sometía a lo que le ordenara o pidiera pues decía: “el lo dispone así, y solo debemos temer no ser fieles a su gracia, o impedir que se cumplan en nosotros sus amorosos designios para su mayor gloria y salvación de las almas”.
Siempre animaba a mantener firmes en la fe. Al hablar a sus misioneras le decía:” no os descorazonéis por nada tener confianza que todo lo que pueda suceder lo tiene el Señor determinado para que se cumplan los deseos de su corazón.
Con el propósito de manifestar su fe, sus palabras eran convincentes y ratificadas con ejemplo de su vida, pues sentía la necesidad en su corazón de transmitir a los otros su certezas que quienes los escuchaban podían ver que su palabras claras y simples nacían de una convicción profunda y de una ardiente caridad para con Dios vivo en la Eucaristía y con el prójimo a quien infundía seguridad.
Fundó la congregación “Misioneras de Jesús…” para que dando a conocer a Jesús Sacramentado acrecentaran la fe de los hombres en este Dios que vive entre ellos y debe ser el centro de su vida cristiana.
Era el padre Arana de una fe viva que en toda circunstancia veía a Dios actuando, por eso vivía creyendo y creía viviendo cuanto el le pidiese o permitiese le sucediera. Como le pasó a Abraham, a quien le sacó de su ritmo de vida de Ur de los Caldeos y le llevó donde quiso, porque se fió de El: Así el Padre Arana, fue sacado por Dios de su vida ordinaria de misionero en 1942 y puesto a vivir y trabajar de tal manera que solo un hombre de mucha fe podía vivir una vida así totalmente abandonado en manos de la divina providencia, haciéndolo todo para que Dios fuera glorificado aunque el tuviera que pasar por las más terribles pruebas y humillaciones.
SU ESPÍRITU EUCARISTICO
Durante los años de vida apostólica misionera el Padre Arana iba notando cómo la mayoría de los cristianos no sabían quién es Jesús Sacramentado.
Comprendió que, el gran mal del mundo era el hecho de que Jesús en su infinito amor se hubiera quedado en la SAGRADA EUCARISTÍA PARA SER EL ALIMENTO, MÉDICO, MEDICINA, ABOGADO Y AMIGO DE LOS HOMBRES y en realidad eran muy pocos los que contaban con El en su vida y por eso estaban llenos de pasiones, víctima del engaño y la mentira, viviendo una vida sin la gracia de Dios e ignorando su presencia, caminado sin verdadera vida espiritual contra su salvación, y por otro lado, Jesucristo se quedaba solo en los templos, los cristianos que entran se dirigen a las imágenes, no hacen ni el saludo de la genuflexión por ignorancia. El Padre Arana llegó a la conclusión de que el Señor quería valerse de El para que realizara este apostolado: “Darlo a conocer y hacerlo amar en la SANTA EUCARISTÍA”
Lleno de gran amor a Jesús Sacramentado emprendió este apostolado eucarístico mediante HORAS SANTAS, MISIONES EUCARISTICAS, CONFERENCIAS, ROSARIOS CON BENDICIÓN DEL SANTÍSIMO. Y en su predicación diaria puso esta constante, llevando a todos a adorar, recibir y visitar a Jesús en este SACRAMENTO DE AMOR, que es el centro de la vida cristiana. También hizo un Catecismo Eucarístico para instruir a las gentes.
El Padre Arana pasaba las horas a los pies de JESÚS SACRAMENTADO alternando su oración con el trabajo, como el súbdito con su amo que iba a suplicarle le diera la aprobación y gracia para sus proyectos, a darle gracias y a contarle sus ardientes anhelos de consolarle, hacerlo conocer, amar y glorificar y suplicaba intensamente a Dios que acelerara el REINADO EUCARISTICO de su Divino Corazón enviando más Misioneras de Jesús Sacramentado.
Para esto compuso una oración que propagó a millares por todo los lugares que iba predicando. Cuando oraba o predicaba el Padre Arana parecía un horno encendido en amor a JESÚS SACRAMENTADO que despedía chispas con las que encendía a sus oyentes.
Este era su carisma específico: ser Misionero de JESÚS SACRAMENTADO para decir a todos que Jesús está vivo en la Eucaristía y que lo traten con fe, amor y reverencia para que con El tengan verdadera vida espiritual, y así remediar el gran mal del mundo: Jesús solo en los Sagrarios, los hombres sin vida espiritual a sea sin salvación.
FUNDAR LA OBRA DE LAS MISIONERAS DE JESÚS SACRAMENTADO Y DE MARIA SANTISIMA
Fue a finales del año 1941, cuando el R.P Arana, recibió de parte de Dios (a través de una alma escogida como instrumento), un mensaje en el cual se le daba a conocer la voluntad de Dios que él fundara una congregación de MISIONERAS DE MISIONERASDE JESÚS SACRAMENTADO Y DE MARIA SANTISIMA para que fueran a los lugares más apartados a instruir a las gentes para dar a conocer a Jesús Sacramentado.
El padre Arana creyó que la obra de las “MISIONERAS DE JESÚS SACRAMENTADO Y DE MARIA SANTISIMA” era de Dios; y que Dios la llevaría a cabo con él o sin él.
Como todas las obras de Dios tienen que llevar el sello de la contradicción. ¡Qué sufrimientos tuvo que soportar para mantenerse fiel a Dios y obediente con sus superiores! Pues estos se oponían a que él cumpliera la voluntad de divina, ya que ellos no creían que eso fuera cosa de Dios y por eso le ponían toda resistencia.
¡Que sufrimientos tuvo que soportar para mantenerse fiel a Dios y obediencia a sus superiores! Pues estos se oponían a que él cumpliera la voluntad divina, ya que ellos no creían que eso fuera de Dios y por eso le oponían toda resistencia
En marzo del año 1945, los superiores lo trasladaron del Perú a Costa Rica, creyendo que ahí se acabaría sus intentos, pero no fue así, era voluntad de Dios que fuera a Costa Rica y que ahí desplegara su ardoroso apostolado misionero eucarístico y, como fruto de ello, surgieron las primeras vocaciones por el año 1947, dando inicio a la fundación de la obra de las “Misioneras de Jesús Sacramentado y de María Santísima”, por su puesto en medio de grandes dificultades, porque lo hacia como quien navega con viento en contra.
En 1958, por permisión de dios el Padre Arana fue destituido de sus cargos y enviado a España, atribuyéndosele cargos de los que era inocente, los sufrió con igualdad de ánimo, quedando así, la obra de las misioneras inconclusa, pues esperaba el momento de reunirlas en una casa para dar mayor facilidad de vivir la vida consagrada.
El Padre Arana siempre había dicho a sus misionera: “esta OBRA es de Dios, EL la va a realizar; conmigo y sin mí, la OBRA se hará”
Después de veinte años de los inicios de la OBRA es en el año 1966 en que llega la hora fijada por Dios y manifestada a través del Padre Arana desde España, dando orden a sus misioneras fieles para que vayan a reunirse en el Perú en la casa que la Divina Providencia les tenía preparada para que comiencen a vivir la vida religiosa comunitaria, bajo la obediencia de a una superiora y con la dirección espiritual del R.P. Martín Urrutia S.J, cofundador. La casa mencionada fue la misma en que vivió hasta su muerte el 06 de setiembre de 1965 el instrumento de Dios para esa OBRA. El 25 de marzo de 1966.
LAS MISIONERAS iniciaron el apostolado en la Parroquia “San José Obrero”: catequesis, legión de María, pastoral de enfermos, apoyo en la liturgia eucarística. En el colegio: Educación Católica extensiva a los hogares. En 1969 aceptaron a la Hermana Nelly Cerruti
En 1970 y 1971, tres misioneras fueron a Huancayo a la parroquia de San Jerónimo y a enseñar Educación Religiosa en 9 escuelas del Estado gratuitamente. Regresaron a Lima el 06/11/71.
En 1972 regresó Madre Montserrat Urpí a Costa Rica para hacer que se construyera la casa para la Obra de San Martín de Porres y que continuara la obra y la atención para los pobres.
En 1973 regresaron a Costa Rica las Hermanas Fulvia Abarca y Carmen Quesada para trabajar en la Obra de San Martín.
En el Perú continúan las misioneras su labor apostólica con gran entusiasmo.En el año 1972 se comienza a vivir las primeras constituciones que redactaron bajo la dirección del padre Martín Urrutia.
Dios nos ha ido bendiciendo con muchas vocaciones hasta hoy y esta Obra se ha ido extendiendo: En el Perú (Lima, Cajamarca y Huaraz), Italia y Costa Rica
¡Padre Arana, intercede por tus misioneras!